En un contexto como en el que vivimos, en el que la confianza se ha convertido en un intangible fundamental en la construcción de relaciones sólidas y exitosas en todos los aspectos de la vida, en el ámbito empresarial en concreto, el buen gobierno corporativo actúa como un pilar que garantiza la transparencia, la responsabilidad y el cumplimiento normativo en todas las áreas de la empresa.
En muchas ocasiones las empresas se concentran en una responsabilidad hacia fuera de la propia compañía, sin percatarse de que debe nacer desde dentro: en la toma de decisiones, en el fomento de códigos de conducta, en los equilibrios y controles de poder…
Una organización ha de ser reconocida por sus altos valores éticos y la ejemplaridad de su comportamiento corporativo. Y así lo demuestran datos extraídos de la última edición de Merco Responsabilidad ESG España, el monitor que refleja cuáles son las empresas más responsables con el medioambiente, en el ámbito interno, clientes y sociedad, y en la ética y el gobierno corporativo. En dicho estudio se concluye que en valoración de los expertos en RSC, la transparencia y el buen gobierno se presenta como la segunda variable que más crece respecto a 2022 (+4,1), sólo por detrás de el compromiso con el medioambiente y el cambio climático, que aumenta en 5,7 puntos.
Y si ponemos la lupa en los sectores mejor valorados en la dimensión ética y de gobierno corporativo, el mejor valorado por los expertos en RSC es el de Bebidas, seguido del de Aseguradoras y del Bancario, produciéndose una importante coincidencia entre realidad (los indicadores objetivos) y la percepción más informada.
No cabe duda de que la ética en la gobernanza no sólo se presenta como una práctica deseable, sino que se ha convertido en una necesidad ineludible para ofrecer estabilidad y certidumbre en los stakeholders. Porque en un mercado cada vez más competitivo, el buen gobierno corporativo es un claro factor diferenciador y un indicador de confianza y credibilidad.
La responsabilidad de mantener altos estándares de transparencia, integridad o rendición de cuentas, da como resultado, además de una buena reputación y mejor imagen de marca, una mayor capacidad para atraer talento y a inversores, contribuyendo al éxito a largo plazo de las empresas tanto en términos de desempeño financiero como de impacto positivo generalizado.
De ahí el auge de figuras como el ‘compliance officer’, garante del cumplimiento normativo, y la importancia de establecer mecanismos de evaluación periódica para medir el cumplimiento de los principios de buen gobierno corporativo de la misma forma que lo hacemos con otros aspectos esenciales de la empresa.
En resumen, una compañía reputada es aquella que no solo busca la maximización de sus beneficios, sino que cumple con sus compromisos medioambientales, sociales y éticos. Y esta combinación de excelencia en la gestión empresarial y responsabilidad social le permite construir un proyecto de futuro más sólido, estable y duradero en el tiempo.