El primer paso para conseguir empresas más inclusivas es que los mismos trabajadores y directivos sean conscientes de que la diversidad aporta valor a las compañías. Porque cuando existen perfiles de todo tipo, se abre un campo de abanicos y oportunidades que a su vez generan distintos beneficios. Hablamos, por ejemplo, del fomento de la innovación al incluir puntos de vista diferentes, pero también de la mejora del clima laboral o del desarrollo de la empatía.
Sin embargo, descubrir y potenciar el talento de las personas con discapacidad sigue siendo una tarea pendiente. Así lo ponen de relieve los datos de la última edición de Merco Talento, que ponen el foco en la disminución del número de personas con discapacidad. De este modo, comparando datos entre 2018 y 2022, observamos que se encadenan cinco años de caídas consecutivas. Y si en 2018 el porcentaje de personas con discapacidad en las empresas españolas era del 2,66% del total de trabajadores, en 2019 era del 2,46%, en 2020 del 2,29%, en 2021 del 1,91% y en 2022 del 1,69%.
Ante esta situación, la solución no sólo debe recaer en la creación de determinadas leyes y políticas, que de hecho ya existen, obligando a contar con un porcentaje del 2% de personas con discapacidad en las empresas (aunque con la existencia de causas de excepcionalidad, que amparan las cifras de 2021 y 2022).
La creación de estas políticas debe ser abordada también por la alta dirección de las empresas. Y es que para conseguir la inserción laboral de personas vulnerables, los órganos directivos deben ser conscientes de que la diversidad aporta valor a la compañía que potencia la transformación de los valores y cultura de la empresa.